Dentro de esta lista, Lunario es el único restaurante de Latinoamérica reconocido, colocando a Baja California y al Valle de Guadalupe en una conversación gastronómica internacional junto a algunas de las cocinas más influyentes del mundo.

Este reconocimiento no responde a una tendencia ni a una narrativa construida desde fuera. Confirma algo que en el Valle se vive desde hace tiempo: una cocina que nace en la tierra, se guía por la temporada y se expresa con honestidad en la mesa.

Ubicado en el corazón del Valle de Guadalupe, Lunario es un restaurante íntimo —apenas 30 asientos— que transforma lo que se siembra en una experiencia que se recuerda. Detrás está Sheyla Alvarado, cocinera y creadora que entiende la gastronomía no como espectáculo, sino como un acto de respeto: al ingrediente, al equipo, al territorio y a los tiempos de la naturaleza.

Del huerto a la mesa, sin atajos

En Lunario no hay artificios. El menú cambia mes a mes porque así lo dicta la tierra. El huerto que se cuida y se trabaja es el mismo que alimenta los platos. Cada ingrediente tiene un origen claro, una historia concreta y una razón de ser.

Los vinos que acompañan la experiencia provienen de Vinícola La Lomita y Finca La Carrodilla, proyectos orgánicos que comparten la misma filosofía: intervenir lo menos posible y permitir que el Valle se exprese con autenticidad. Aquí, la cocina y el vino no compiten, dialogan.

Todo sucede con una atención al detalle impecable. Cada servicio es una coreografía precisa donde nada sobra y nada falta. Un ritmo contenido que culmina en el plato.

Un reconocimiento que pone nombre y lugar

Que un plato de Lunario haya sido seleccionado por inspectores MICHELIN como uno de los más memorables de 2025 va más allá de un aplauso internacional. Es una validación clara de Valle de Guadalupe como un territorio gastronómico serio, sensible y profundamente conectado con su origen.

Este reconocimiento honra a Sheyla y a su equipo, pero también a las manos que siembran, cosechan, fermentan, cocinan y sirven. A una comunidad que ha entendido que la excelencia se construye desde la constancia, el cuidado y el respeto por el entorno.

Valle de Guadalupe: identidad propia

Valle de Guadalupe se consolida como un referente gastronómico y vinícola con identidad propia, donde la experiencia se construye desde el paisaje, el silencio, la tierra y las personas.

Es cada línea de viñedo sembrada con paciencia.
Es la bruma que baja al amanecer.
Es el trabajo cotidiano que ocurre lejos del ruido.

Lunario es una de sus insignias porque encarna esa forma de hacer las cosas con claridad y coherencia.

Una historia que se construye con tiempo

Antes de las listas, antes de los reflectores, Lunario ya existía desde la convicción y el trabajo constante. Como muchos proyectos que nacen desde la tierra, su camino se ha construido con visión, rigor y la certeza de que hacer las cosas bien siempre encuentra su lugar.

Hoy, el mundo empieza a mirar hacia este rincón del norte de México.
Y cuando lo hace, encuentra exactamente lo que siempre ha estado aquí:

Una cocina honesta.
Un Valle generoso.
Y un lugar pequeño capaz de convertir la tierra en arte.